lunes, 7 de marzo de 2011

De pescados con pelo y la Iglesia Católica

Hace muchos años, los bolivianos tenían mucha hambre. Allí tenían ratas tan grandes como ponies. Le pidieron al Papa que las declarase pescado. Agradecemos al Papa por cumplir este deseo. Cuando llegue el viernes, llamaremos a todas las ratas pescado.


Así dice la canción Rats, de Rasputina (creo que mi grupo favorito, aunque esto va a temporadas). Efecticamente, el Papa declaró a las capibaras (roedor acuático que puede pesar hasta ¡80! kilos) pescado, para que los entonces bolivianos no se muriesen de hambre durante la Cuaresma (sabrán todos ustedes que no se puede comer carne en Cuaresma). Y me pregunto yo: ¿no tenían suficiente pescado real por ahí?). No he conseguido encontrar de qué Papa es la bula, pero tienen que ser necesariamente Clemente XIII, Clemente XIV o Pio VI.

Capibaras, evidentes pescados
Muchos otros animales fueron declarados pescado por la Iglesia Católica: los castores, las ballenas y focas (bueno, vale, viven en el mar, se "pescan"), los frailecillos, las gaviotas, las barnaclas, las tortugas (ese extraño pez medieval), las ranas e incluso los fetos de conejo (porque aún eran "huevos"). Aquí tienen ustedes un artículo bastante decente del tema.

Castor medieval, muy pescadil.
Según leo, la excepción proviene de la Summa Theologica de Santo Tomás de Aquino, en donde clasifica a los animales por sus hábitos y no solo por sus estructuras. En fin, en esta bella hora de la comida, les pregunto yo: ¿por qué en Florencia, donde se pagan sardinas a precio de salmón, y mejillones a precio de caviar, no se declaran las enormes ratas del Arno (no se si tanto como las capibaras, pero la rata de la foto era más grande que muchos caniches) pescado. Nadan mejor que cualquier pato del río, se lo aseguro, se los comen a bocados.

Rata florentina, a unos 12 metros de distancia.

A Hugo Chávez le encantan las capibaras, y la carne de estos roedores, que se crían en grandes ranchos, alcanza en Brasil precios que doblan a la ternera. Así, que, señores, ya lo saben: ha pasado el Carnaval, y aún nos quedan unas semanas de no poder comer carne los viernes sin ir al Infierno (solo al Católico, recuerden), en las que podemos alimentarnos tranquilamente de capibaras, castores o barnaclas. Pero, por favor, no se les ocurra tomar ranas que sería una vulgaridad.

Y no se quejen ustedes, que la iglesia al final cedió: hubo un tiempo y lugar en el que estuvo prohibido comer lácteos, huevos, carne y pescado. 

El combate entre el Carnaval y la Cuaresma (c.1559), de Pieter Brueghel, en detalle se ven los mejillones y otros "pescados" cuaresmales.

P.D. He leído también que en el Japón tradicional se consideraba a las liebres, pájaros. Si alguien tiene más datos que me escriba, me sería de gran utilidad. 
P.D. 2: Por cierto, en Japón también se venden peluches de capibaras. Ignoro si estos dos datos tienen alguna relación.

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