sábado, 7 de enero de 2012

Pájaros de Portugal: Marcela y Elisa se casaron en 1901 (II)

El matrimonio sin hombre
El día después de la boda, el matrimonio volvió a Dumbría en diligencia. Los vecinos, que había visto durante años a Elisa, no vacilaron en reconocerla: nada de Mario, el joven era la maestra de Vimianzo: “No he visto cosa más parecida a Elisa. Es de su misma estatura, tiene la misma voz e iguales maneras. ¡Hasta su mismo genio!”, “Si no es doña Elisa, es el diablo en su figura.” 

A partir de ahí, el escándalo. Los vecinos avisaron al párroco, y este, a la prensa. Primero, fueron portada de los periódicos coruñeses; luego, de los madrileños: -"Novios de contrabando", "Asunto ruidoso. Un matrimonio sin hombre"- se leía. Los papeles estaba tras las chicas, pero también las autoridades: fueron denunciadas y perseguidas.

Inmediatamente perdieron el trabajo, y se pidió también su excomunión. Mientras tanto, Elisa seguía disfrazada de Mario, por supuesto, y para que pudiera ser excomulgada, la Iglesia necesitaba demostrar que Mario, era realmente, una mujer. Esto conllevaba un examen médico, al que  Mario accedió, y al ser declarado mujer, se excusó diciendo que era un hermafrodita cuya condición había sido diagnosticada en Londres. Evidentemente, no le creyeron, y le obligaron a vestirse de mujer. 

Se dictó entonces la definitiva orden de busca y captura, y la Guardia Civil comenzó a perseguirlas. Cuando llegaron a Dumbría, las maestras ya estaban en Vigo; cuando llegaron a Vigo, ya estaban en Oporto.

Pájaros de Portugal
Marcela y Elisa huyeron a Oporto, Portugal, pensando que ahí las dejarían tranquilas, pero se equivocaron: en seguida fueron reconocidas y arrestadas. Entonces, toda la península conoció la historia de la boda de las dos mujeres, y se llevaron las manos a la cabeza. Los periódicos se vendían como barras de pan: los medios más conservadores obviaban la noticias, otros se llenaban de detalles morbosos (el semanario Nuevo Mundo, que incluía fotografías, vendió 19.000 ejemplares en Madrid en apenas dos días, más de el doble de la más vendida de sus tiradas). El Imparcial dedicó mucho espacio a la historia, con titulares como "Un folletín en acción. Dos mujeres que se casan".

Incluso Emilia Pardo Bazán, en La Ilustración Artística, dedicó unas palabras al asunto: “La destreza y la resolución con que [Elisa] urdió la maraña para soltar, por decirlo así, la personalidad femenina y adquirir legalmente la condición viril revelan una inteligencia nada común y son materia de asombro para el novelista, que apenas acertaría a idear enredo semejante"; pero también, se lamentaba ("¡Cuánto siento que sea tan escabrosa la inaudita novela que estos días se ha divulgado en la prensa!").

Mientras tanto, fueron juzgadas y encarceladas, pero el pueblo portugués se volcó con ellas: por presión popular, el juez las dejó en libertad tras apenas 13 días, y las amadas se buscaron una casa en Oporto.
Entonces, la historia sufrió un vuelco algo inexplicable: el 6 de Enero de 1902 Marcela dio a luz una niña (de padre desconocido) ¿Sería un intento de “normalizar” el matrimonio mediante una descendencia? Quién sabe… Los periódicos volvieron a ocuparse de ellas, con sorna: "Marcela ha tenido una niña de generación espontánea, como las lombrices". Pero mientras tanto, la administración española reclamaba a la portuguesa su extradición. Conscientes de ello, hubo que idear un plan B.

Mi Buenos Aires querido
Cansadas de pasarlas canutas, decidieron huir por una última vez, Buenos Aires, tal como hacían entonces cientos de gallegos. La prensa, y la administración española, perdió con ello su rastro (pues en Argentina cambiaron de nombre) y se cerró el caso.

En Buenos Aires se hicieron pasar por dos hermanas, llamadas María (Elisa) y Carmen (Marcela) Sánchez, y trabajaron un tiempo como criadas, en poblaciones separadas. Pero el duro trabajo, más el cuidado de la pequeñísima hija de Marcela no les dejaba apenas tiempo para verse, así que se metieron de lleno en una operación retorcida: Marcela se casaría con un anciano rico, y con un poco de suerte enviudaría pronto y ellas vivirían de la herencia.

Encontaron el candidato perfecto en Christian Jensen, 24 años mayor que Elisa (en Argentina, María), con el que se casó en 1903: la idea era no trabajar (para poder pasar tiempo con Marcela), y convencerle de que dejara vivir con ella a su “hermana” Carmen (Marcela) y a su “sobrina”. Pero las reiteradas negativas de Elisa/María a consumar el matrimonio, hicieron al anciano sospechar.

Contrató a un detective, quien no tardó en descubrir que María y Carmen eran, en realidad, las famosas Elisa y Marcela de las que en alguna ocasión había hablado la prensa argentina. Jensen las denunció, y trató de anular el matrimonio (el de Jensen-Elisa), pero el juez dictaminó que este era perfectamente válido. 

Esta es la última noticia, de 1904, que se tiene de la pareja; la prensa no se ocupó más del caso… No sabemos, de momento, si fueron felices o se pasaron la vida huyendo.



Bucearon contra el Everest y se ahogaron
nadie les enseñó a merecer el amparo
de la virgen de la soledad
¡qué pequeña es la luz de los faros!
de quien sueña con la libertad…

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